
Eso de ser médico es impresionante. Mi hermana dice que vivo como personaje de ER o de 24 por el acelere que me cargo, por la urgencia vital de hacer las cosas, pareciera que todo fuera cuestion de vida o muerte. Y cada vez que me lo dice en tono de burla me encabrono, aunque quiza tenga razón; pero que bonito es hacer las cosas como si fuera la primera vez, o la última.
Aunque es cierto, el rollo médico te acelera la existencia. Nada se compara con la adrenalina que liberas cuando tienes una emergencia, y la satisfacción de resolverla, de ver a un animal recuperado. Aunque siempre hay un poco de miedo, y más cuando te gusta experimentar, nuevas técnicas quirúrgicas, nuevos fármacos, nuevos tratamientos, nuevo algo... no puedes evitar preguntarte si funcionará. Y hasta ahora me ha ido bien, me encuentro en un estado de satisfacción profesional por los tratamientos que he innovado exitosamente (sobre todo de medicina alternativa). Y si, tengo que aceptar que soy adicta a la sangre y al olor de la cirugía, que es como una droga para mi, que me encanta meter la mano entre las tripas del animal para sentir su calor y su pulso, y que supongo hay un cierto sadismo morboso en ello...
En fin, se supone que este sería un post irreverente, pero más bien me salio algo filosófico, prometo escribir algo chistoso para la siguiente.