miércoles, 31 de enero de 2007

La vida a los 7 años


Las cosas nunca son como uno las planeo.
Recuerdo cuando era niña y pensaba que a los 15 ya se era mayor, que a los 20 sería madre y a los 25 abuela, y que a los 35 ya iría de salida. Y resulta que a los 34 aún me busco, tratando de encontrar a esa Rocío que nunca fué, o que fué en exceso, y a veces, incluso la percibo con el rabillo del ojo, burlándose de mi la muy desgraciada.
Recuerdo cuando entre a estudiar a la universidad, biología... pensaba dedicarme a ingeniería genética y montar un parque jurásico, volverme rica de la noche a la mañana y vivir feliz viajando por el mundo por el resto de mis días. Al terminar biología, comencé a dedicarme a veterinaria, de lo cual sabia bastante por dedicarle todo mi tiempo libre e ir a cursos cada que tenía la posibilidad además de meterme en el quirofano de cuanto médico conocía, y me empezó a ir muy bien, de pronto me hice de una gran clientela, toda ella a sabiendas de que era bióloga y no veterinaria.
Y heme ahi, tirada en mi cama sin poder conciliar el sueño a las 4 de la madrugada, preguntandome que hacer con mi vida: a) Entrar a hacer una maestría y un doctorado en Inmunología, o b) Meterme a la carrera de Veterinaria antes de que algún médico me demandará por usurpación de profesión y empezar desde cero.
Creo que mi decisión es más que obvia, me metí a Veterinaria, y de pronto me encontré en medio de una bola de escuincles pubertos de 18 años que se reían de pura pendejada y que no sabian nada de medicina. Me sentí como de vuelta al kinder, yo, una investigadora sería, que venía de trabajar en el CINVESTAV en un laboratorio de inmunología, de dar clases de licenciatura y ponencias en congresos internacionales, en medio de toda esa bola de niños babosos!!!
A fin de cuentas y tras mucho meditarlo, decidí quedarme ahi un semestre, y en caso de que me fuera imposible, abandonar la carrera para optar por la primera opción. Pues en verdad los primeros semestres de la carrera fueron maravillosos, ya que sólo me presentaba a los exámenes y nadie sabia nada de mi, pero en 4º o 5º semestre, al honorabilisimo consejo técnico se le ocurrio sacar una nueva ley, donde era obligatorio el 80% de asistencias para poder acreditar una materia, ahi fué donde valió madres mi espléndido plan de sacar una carrera sin cursarla, y además con un maravilloso promedio.
Pues así fue como empece a asistir a clases, lo cual la mayoría de las veces era un verdadero martirio, empezando por las desmañanadas, ya que eso de pararse a las 5.30 para llegar a las 7 a CU nunca fue muy de mi agrado, razón por la cual solía llegar tarde a clases. Luego los maestros que dan clases con información de los 80s, época en la que milagrosamente terminaron la carrera y que nunca se preocuparon por actualizarse, y que además, se ofenden cuando les corriges algo. Y para terminarla, las prácticas de campo, donde, en el caso de las producciones, te llevan a los ranchos a ver el maldito acinamiento y las pésimas condiciones en las que viven los animales de consumo, para que al final, el matadero sea su salvación para toda esa pinche vida de miseria.
Finalmente termine la carrera, y espero próximamente abrir una clínica propia en un buen lugar, volverme rica de la noche a la mañana, vivir feliz y poder viajar por el mundo por el resto de mis días.

9 comentarios:

Issa dijo...

Cuando me operé los ojos, pensé que la había regado; ahora veía bien de lejos, pero ya no podía leer. Me tardó un rato en caer el veinte de que, estando cieguísima, había adquirido el hábito de ponerme los libros en la nariz. Y ahora que sí veía, era imposible enfocarlos tan cerca.

Eso es lo que creo que pasó contigo y la veterinaria; lo tenías tan cerca que te era imposible ver lo que todos los demás veíamos tan claro desde el principio. Se llama vocación, y yo pude haberme equivocado... pero tú no.

Eso o necedad, tarada...

Rocío dijo...

Creo que me he dado cuenta de que con esto del blog estamos mas en contacto que de costumbre, por lo menos leemos todas las zonzadas que la otra escribe cuando se rasca las muelas.
Y la vocación se la debo a la familia, ya que gracias a ella aprendí a tomarle cariño a los animales.
Un beso.

Josue dijo...

Hola disculpen que meta las narizes...
pero es un gusto ver que dos personas se quieran muchos a letras se ve.
que buenos momentos, de corazon se los dice este pagano...con suerte




(ah y perdido en oaxaca jeje)

Rocío dijo...

Ni tanto. Bueno, a veces... No, olvidalo.
Cierto o no harbana???

Issa dijo...

Josue, bienvenido! Sí, nos queremos hasta la náusea, y nos detestamos entrañablemente. Esas mezclas que solo se encuentran en lo filial. Sis, sigo en la más profunda sorpresa de que este espacio nos haya conectado así. Mantengamoslo!

Anónimo dijo...

Que chidoo!! arriba el sueño de volvernos ricas de la noche a la mañana, si no siempre queda la opciond e vender a Lore en el mercado negro para comprar cosas para la clinica, esa clinica va a esatr genial y mas por las super docotoras que van a esatr ahi!! yo les estare dando lata y molestandolas jajaja eso si siemrpe trabajadora como siempre jajaja, riendome de todo jajaa, con miedo de dar consulats pero un dia a prendere a darlas como tu chio, sin meter la pata, sin habalr de mas y sin que me tragen los dueños :)
Arriba chio la super veterinariaa!!!

lorena dijo...

yo era una de esas babosas escuinclas!! ohhhh siiii, lo recuerdo perfectameeentee... cuando te conte aquel chiste de la hormiga quinceañera y solo te limitaste a decir: aahh, que pendeja!
por cierto, NADIE me vende y menos en el mercado negro!! que les pasa?!?!

Rocío dijo...

Que conste que fue idea de Chelita ah... yo me lavo las manos, aunque hay que aceptar que las ganancias serían considerables, por lo menos pa un aparato de Rx si nos dan.
Es mas, pensandolo bien si, secundo la moción, hay que vender a Lore.

lorena dijo...

jajajaja que les pasa babosas?? no lucren con mi persona!! las voy a acusar en derechos humanos!...